Durante las últimas décadas ha aumentado la preocupación por los efectos del “Cambio Climático”, materializada en la Convención Marco de las Naciones Unidas, en el Protocolo de Kyoto y más recientemente en el acuerdo alcanzado en la Cumbre de París (COP21, de Diciembre de 2015).
Las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), siguen poniendo de manifiesto que el calentamiento global observado es inequívoco, que los impactos del cambio climático están influyendo ya negativamente sobre muchos sistemas físicos y biológicos y que sus efectos irán en aumento, lo que tendrá con toda certeza un amplio y significativo impacto sobre la economía, el medio ambiente y la salud.
Tales efectos son muy variados y afectan a un amplio espectro de sectores socioeconómicos y sistemas ecológicos, distribuyéndose desigualmente a través de los distintos territorios y regiones, siendo la región mediterránea una de las áreas más vulnerables al cambio climático.
Las previsiones indican un aumento en la frecuencia e intensidad de los episodios de calor intenso, aceptándose que este fenómeno viene asociado a temperaturas máximas y mínimas anormalmente altas respecto a la época considerada, y a su persistencia en el tiempo.
La posibilidad de que se repitan veranos excesivamente calurosos en cualquier país europeo es verosímil, lo que justifica en sí mismo la continuidad del Plan Nacional.
En este sentido, con objeto de mejorar y fortalecer la capacidad del sector sanitario para afrontar la lucha frente al cambio climático, desde el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (MSCBS) y el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), se han venido desarrollando instrumentos de análisis, diagnóstico, evaluación, adaptación y seguimiento de los impactos del cambio climático sobre la salud pública y el Sistema Nacional de Salud, evaluando escenarios y modelos, para ayudar a la toma de decisiones, priorizar problemas y proponer acciones de adaptación y mitigación.
El cambio climático global está causando además el aumento de la frecuencia, la intensidad y los picos de las olas de calor, episodios de calor extraordinario respecto a las condiciones climáticas de temperatura y humedad normales en un área determinada en cada estación del año. Ello plantea un importante riesgo para la salud, incrementando durante dichas olas de calor la mortalidad, la morbilidad y el uso de los servicios de salud.
Pero además, la exposición al calor afecta a la salud a medio y largo plazo, por lo que se considera un auténtico problema de salud pública.
Ante esta situación, y tras la ola de calor registrada en 2003, se puso en marcha un plan de acción de carácter nacional al efecto (Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas, en adelante Plan), que establece las actuaciones necesarias para la detección y control de las situaciones de riesgo, estructuradas en varios niveles de actuación, así como los plazos para la aplicación de las mismas.
Desde un enfoque sanitario, la exposición a temperaturas excesivas afecta especialmente a los niños, personas mayores y enfermos con patologías crónicas de base. Desde un punto de vista social, la marginación, el aislamiento, la dependencia, la discapacidad y las condiciones de habitabilidad de las personas con menos recursos, añaden factores de riesgo, haciendo aún más vulnerables estos a colectivos.
En este sentido, el Plan Nacional establece diferentes medidas para reducir los efectos asociados a las temperaturas excesivas y para coordinar las instituciones de la Administración del Estado implicadas. Asimismo propone acciones que puedan ser realizadas por las Comunidades Autónomas y la Administración Local.
El Plan plantea igualmente la recogida de información predictiva sobre temperatura ambiental e información diaria sobre los cambios cuantitativos de mortalidad y establece los criterios del sistema de información que permite la vigilancia activa de los riesgos asociados a la exposición a temperaturas excesivas.
Además, los resultados de monitoreo de la mortalidad obtenidos en los años de vigencia del Plan permiten, identificar excesos de mortalidad aún antes de que ésta supere los umbrales de riesgo por incremento de temperatura, establecidos en las sucesivas campañas estivales. Para ello se ponen en marcha mecanismos que establezcan señales de alerta que indiquen un exceso de mortalidad asociado a altas temperaturas.
Un aspecto importante del Plan es su implicación con los Servicios Sociales, ya que son personas mayores y dependientes, los colectivos más desprotegidos y vulnerables, y otro, igualmente importante, la información a los ciudadanos, a los grupos de mayor riesgo y a los profesionales sanitarios y de los servicios sociales.