Las actuaciones y medidas adaptativas propuestas con la gestión agrosilvopastoral del Life Montserrat rompían la dinámica de un paisaje eminentemente forestal, que se traducía en una mayor uniformidad de hábitats y una pérdida de oportunidades para numerosas especies que dependían de los espacios abiertos favoreciendo la creación de un mosaico de ambientes que ha permitido albergar una diversidad de hábitats y especies mucho más amplia.
Además, en el ámbito del proyecto, los espacios de elevado valor natural existentes afectos, dentro y fuera de la Red Natura 2000, han mantenido un estado favorable en términos de biodiversidad y paisaje con la aplicación de este modelo de gestión de baja intensidad que conformaban los clareos del bosque y la ganadería extensiva, pues la gestión forestal y la recuperación de espacios abiertos generan biodiversidad de forma directa en las áreas de actuación del proyecto, al mismo tiempo que lejos de estas áreas y de forma indirecta, favorecen la conservación de numerosas especies y hábitats que podrían verse afectados por grandes incendios forestales.
En cuanto a la actividad ganadera extensiva, ésta no ocasiona ningún empobrecimiento de la biodiversidad en el ámbito del proyecto, pues más bien, al contrario, el pastoreo es el único medio viable en este entorno geográfico para mantener los prados mediterráneos y los espacios abiertos en general, y evitar el cierre de la vegetación.
Por consiguiente, un modelo como el que propone Life Montserrat puede ser, en este marco geoambiental, una oportunidad excelente para evolucionar hacia:
- un territorio mejor adaptado y más defendible ante los incendios
- una mejor gestión de la biodiversidad en el monte mediterráneo, favoreciendo hábitats y especies de elevado interés, en muchos casos protegidas por la normativa vigente
- un impulso al dinamismo socioeconómico de entornos rurales, con nuevas oportunidades laborales en sectores tradicionalmente desfavorecidos e inversiones que dinamizan la economía local
El escenario deseable pasa así por un modelo de gestión que recupere funciones ecológicas fundamentales para la salud de los ecosistemas agroforestales, como el herbivorismo, y que permita aproximarse a un régimen de incendios parecido al que ha operado en este tipo de entornos mediterráneos durante los últimos siglos, con sucesión de pequeños y medianos incendios recurrentes cada decenas de años, asumidos desde un punto de vista social, y que crean manchas irregulares de la sucesión vegetal, contribuyendo así a la heterogeneidad del paisaje, a una mayor diversidad de hábitats y a una discontinuidad en la acumulación y distribución del combustible.
No es posible (ni deseable) impedir todos los incendios, pero sí minimizar el riesgo de que los que ocurran evolucionen hacia grandes incendios incontrolados. El objetivo es mantener el territorio en las condiciones adecuadas para que, en caso de incendio, se tenga la capacidad de controlar con garantías su impacto en el ecosistema, los bienes y servicios, y las personas.