Las zonas de montaña, con sus fuertes gradientes ambientales asociados, se encuentran entre las áreas más sensibles y más vulnerables al cambio climático.

La montaña española está presente en todas las regiones biogeográficas del país -mediterránea, alpina, atlántica y macaronésica- y concentra importantes áreas de alta biodiversidad y endemismo, con formas de gestión tradicional que permiten mantener un alto valor natural, cultural y paisajístico. Los aprovechamientos más intensivos (turismo de nieve, actividades extractivas) también afrontan severos impactos por efecto del cambio climático.

Por otro lado, la alta sensibilidad de los sistemas de montaña frente al cambio climático los hace especialmente adecuados como laboratorios donde realizar un seguimiento de los impactos del cambio climático.