Mientras los países siguen acelerando los esfuerzos para mitigar los efectos del calentamiento global, las acciones de adaptación siguen siendo indispensables para proteger a las comunidades de los efectos perjudiciales de la variabilidad y el cambio climático. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las tormentas o los incendios forestales, son cada vez más intensos y están cambiando sus patrones geográficos. Las acciones de adaptación también serán cruciales para hacer frente a las consecuencias de la aparición y la mayor propagación de enfermedades transmitidas por vectores, así como para hacer frente a los cambios ambientales potencialmente irreversibles cuando se alcancen los llamados puntos de inflexión climática. La crisis del COVID-19 es un duro recordatorio de cómo los efectos de un acontecimiento perturbador importante pueden repercutir en los sistemas sociales y económicos, sobre todo si los países no logran reaccionar, especialmente si los países no se preparan o reducen adecuadamente estos riesgos.