El río Manzanares, a su paso por el histórico Real Sitio de El Pardo, ha experimentado diversas alteraciones hidromorfológicas a lo largo de los años, que transformaron profundamente tanto el lecho del río como sus riberas. Estas transformaciones resultaron en la pérdida significativa de espacio fluvial, diversidad de hábitats, conectividad tanto longitudinal como transversal del río, y accesibilidad pública a sus orillas.
En respuesta a estos desafíos y en cumplimiento de la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea, se inició un ambicioso proyecto de restauración con el objetivo de mejorar el estado ecológico del río. Este proyecto se alineó con los objetivos medioambientales del Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Tajo y contó con la colaboración de Patrimonio Nacional, que gestiona el Monte de El Pardo. El enfoque estuvo puesto en rehabilitar y valorizar este tramo del río, que se extiende desde el Embalse del Pardo hasta la confluencia con el arroyo de la Trofa, abarcando aproximadamente 6 kilómetros.
Este segmento del río Manzanares estaba catalogado en el Plan Hidrológico como una masa de agua de naturaleza “Muy Modificada”. La intervención buscó no solo restaurar las condiciones naturales del río sino también adaptarlo mejor a los efectos previstos del cambio climático, tales como la reducción de caudales y el aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos. Además, persiguió la recuperación de un espacio de gran valor ambiental y cultural, mejorando la biodiversidad, la funcionalidad ecológica y la experiencia pública del río.
El proyecto abordó directamente las necesidades de restauración fluvial mediante la implementación de prácticas de manejo que incluyeron la reconfiguración del lecho del río, la restauración de la vegetación ribereña y la mejora de la conectividad y accesibilidad del río para los ciudadanos y la fauna local. Las técnicas aplicadas han buscado revertir los impactos negativos de las intervenciones humanas pasadas y crear un corredor fluvial más resiliente y dinámico que pudiera soportar las presiones actuales y futuras.
Con una visión hacia la sostenibilidad a largo plazo, este proyecto no solo mejoró el estado ecológico del río Manzanares, sino que también sirvió como modelo para futuras iniciativas de restauración fluvial en otros contextos similares, tanto a nivel nacional como internacional. Se esperaba que los resultados de este proyecto contribuyeran significativamente a la ciencia de la restauración fluvial y a la gestión integrada de cuencas hidrográficas, proporcionando lecciones valiosas sobre la interacción entre las actividades humanas y los sistemas fluviales en entornos urbanos y periurbanos.