El olivar es un cultivo estratégico de enorme importancia para las regio nes templadas, no solo por su relevancia económica sino también por el papel que tiene en la preservación de valores sociales, culturales y ambientales. La gestión apropiada del olivar puede contribuir a mitigar los efectos adversos del cambio climático sobre los ecosistemas mediterráneos al potenciar el secuestro de carbono en el suelo. Por otra parte, medidas de gestión adaptativa pueden reducir la vulnerabilidad al cambio climático, ayudar a proteger los recursos hídricos y la biodiversidad, y disminuir riesgos. Esta gestión adaptativa debe basarse en el conocimiento de las reservas y flujos de carbono y de otros gases de efecto invernadero, de sus interacciones y reacciones a cambios en el uso del suelo y la gestión. Será crucial la identificación de las variedades que se adapten mejor a las condiciones climáticas esperadas en distintas zonas y la creación de nuevas variedades, lo que requerirá la predicción precisa de los nuevos escenarios y el uso eficiente de recursos genéticos y herramientas de mejora genética.

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