La arquitectura tradicional es la referencia constante del proyecto Reusing Posidonia, no como forma, sino como manera de trabajar.
Sin embargo, algunos de los productos básicos de construcción tradicional están agotados, protegidos o son sumamente escasos, debiendo en su caso proceder a su importación en barco, con el consumo y gasto energético que ello supone. Esto afecta particularmente a tres tipos de productos a estos efectos:
- materiales obtenidos de las canteras de piedra arenisca insulares, ya agotadas (marès).
- material pajizo cosechado en la isla, muy escaso y utilizado para el ganado.
- materiales de madera, prácticamente inexistentes, pues las sabinas autóctonas, con las que se construía antiguamente los forjados, se hallan actualmente protegidas.
Por tanto, la obtención de estos materiales está totalmente condicionada por las condiciones de insularidad propias de Formentera, debiendo recurrir a aquellos materiales que se puedan obtener desde el mar:
- la fibra de Posidonia oceanica, recogida y secada en la isla
- los restos de palés de obra, que permanecen en la isla debido al coste de embarcarlos de vuelta por mar
- los materiales de cantera, traídos en barco
Ante esta situación, el proyecto plantea una alternativa para algunos materiales como los referidos, como la Posidonia oceanica, dedicando el mismo presupuesto de coste que supondría su adquisición y transporte desde fuera de la isla, a la contratación de una mano de obra local poco cualificada para su recolección, extensión al sol y compactación posterior (una vez seca) en palés para conseguir 16 cm de aislamiento en cubierta.
El producto será completamente ecológico y la sal del mar actuará como biocida natural facilitando su uso.
El resto de materiales utilizados en el proyecto se ha obtenido a partir de un estudio de mercado en función de su coste económico, de la energía incorporada y de su adecuación a los niveles de confort requeridos.
La utilización de materiales naturales, en general más frágiles que los industrializados, requiere seleccionar el sistema constructivo al inicio del proceso de diseño. De esta manera, la organización de espacios y las decisiones finales de ejecución del proyecto serán el resultado del conocimiento de las ventajas y las limitaciones de los materiales.
Aplicando estos criterios constructivos, junto con un sistema de edificación de carácter tradicional, adatado al terreno, climatología, usos y costumbres propios de la zona, se construyó un prototipo de vivienda unifamiliar en dos bloques independientes, aprovechando que se disponía de la disponibilidad de dos fachadas a la calle. Esta disposición permite disfrutar de vientos dominantes procedentes del mar (brisas marinas) para refrescar las viviendas en verano de forma pasiva, ya que las viviendas presentan así doble orientación y ventilación cruzada.
Su distribución interior se dispuso en Z, para la dependencia de sala de estar/comedor/cocina, con acceso directamente desde la calle, para recuperar la relación directa propia de los núcleos rurales, y evitar la aparición de ascensores, espacios y escaleras comunitarias.
Cada vivienda dispone de espacios exteriores de uso privado, de manera que las situadas en planta baja disponen de jardín y las de la primera planta, terraza en cubierta, a la que se accede mediante una escalera privada.
La edificación es clase energética A, con aislamiento de la cubierta a base de Posidonia oceanica compactada a 185 kg/m3, con un espesor de 16 cm.
Los muros son hormigón celular de 25 cm de espesor, excepto en su cara norte, que son de 30 cm. Todos los cristales son bajo emisivos. Las ventanas que reciben radiación solar disponen de protección solar mediante porches, pérgolas con parras y cañizo, o persianas mallorquinas de madera imputrescible de alerce.
Se han dispuesto cables en la fachada, para facilitar el crecimiento de las plantas trepadoras, que protegen los cerramientos ciegos de los muros, reduciendo la radiación solar en más de un 90 % en las zonas donde se desarrollan.
En invierno, la climatización pasiva se apoya en una caldera de biomasa centralizada, con un rendimiento del 92%, que también produce el agua caliente sanitaria (ACS), mediante intercambiadores de calor, con lecturas individuales de consumo.
Las dimensiones de todas las aperturas han sido calculadas para asegurar la incidencia de radiación directa el día más desfavorable del solsticio de invierno.
Las viviendas de planta primera disponen de un lucernario en cubierta con doble orientación.
En invierno, abriendo las persianas orientadas al sur, se obtiene un captador solar. En verano, cerrando las persianas y abriendo las ventanas, se obtiene ventilación natural por succión.
El confort térmico medio medido in situ es de 21ºC en invierno y 26ºC en verano.